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Áusias March, viéndose viejo decía: -Morir, pase; pero envejecer, ¿para qué?Un predicador en Sevilla, cuyo nombre se calla por su reputación, inadvertidamente al cabo de un sermón, dijo: -Recomiendo un Avemaría por los que estamos en pecado mortal.
El Cardenal de Toledo, D.Bernardo de Rojas, mandó llamar a un sastre para que le cortase de vestir de una pieza de chamelote morado, muy fino, que le habían traído de Italia. Midió el sastre las varas que había, y dijo que no tenía bastante recado para hacer el vestido, y que así no se atrevía a cortarlo, porque para lo que faltaba no se hallaría en Toledo otro pedazo de la misma tela igual en el color. Y en la verdad, pésole al Cardenal, y despedido el sastre, y por ver si tenía remedio, mandó llamar otro, el cual se ofreció que con las varas que allí había le haría muy a su gusto, como lo cumplió , trayéndolo presto acabado, y juntamente vistió a un hijuelo suyo pequeño de un pedazo del mismo chamelote que había sobrado. Maravillóse de esto el Cardenal, y culpando al primer sastre, preguntó al que hizo el vestido: -¿Cómo no halló aquí Fulano lo que era menester para vestirme, y vos lo habéis hecho y sobrado también para vestir ese nió? Respondió: -Señor, porque su hijo es mayor que el mío.
Hubo un albañil muy conocido en Alcalá de Henares. Tuvo tres hijos y enseñóles su oficio a todos tres, y aunque pensaba muy bien, no reparan en guardar, comiéndoselo todo. Llegó a morirse, y viendo a sus hijos muy tristes de que no les dejaba nada más que el oficio, díjoles, por consolarlos: -Hijos míos, no me tengáis por descuidado de vuestro bien, que demás del oficio que os he enseñado, media calle Mayor y cuantas casas he fabricado de mi mano, todas han sido sobre falso; muy presto se irán viniendo al suelo y tendréis obras que os sobren.
Otro tanto podrían decir a sus hijos muchos médicos, abogados, etc.
Dijo uno delante de Quiroga, Arzobispo de Toledo, a buen propósito: -Triste cosa es morirse un hombre y no irse al cielo. Respondió Quiroga: -Y aunque vaya.
Dijo un galán a su dama: -Mil años ha que no veo a Vm. Y respondió:-Buena estuviera yo si eso fuera verdad.
Casóse Dª Catalina de Mendoza, dama antiquísima en Palacio, que llamaban del Tercio viejo, hermana del Conde de Bedmar, en el año 1622, con el Duque de Terranova, tenido por impotente.
Hízose esta coplilla:
Celebra y llora la fama
En esta festividad
Muchos siglos de fealdad
Con cincuenta años de dama.
Dijo el Conde de Villamediana:En esta festividad
Muchos siglos de fealdad
Con cincuenta años de dama.
En esta boda no habrá
Danza de alta ni de baja,
Pues ni a la novia le baja
Ni al novio se le alzará.
Danza de alta ni de baja,
Pues ni a la novia le baja
Ni al novio se le alzará.
Don Francisco de Quevedo, exagerando lo mucho que hablaba en Madrid un N. de Perea, solemne hablador, decían en una conversación que mosén Simón, el clérigo de Valencia, había hecho hablar de milagro a no sé qué tantos mudos, y dijo el D.Francisco: -¿Por qué piensan que hay tantos mudos en España? Porque Pereda les tiene tomada el habla para sí. El día que muera hablarán todos sin milagro, porque ese día se le restituirá el habla a cada uno.
Rendón, un loco de buena gracia, en Sevilla, oyó que uno, mirándole, decía: -¡Guárdeme Dios mi juicio! Y díjole: -Sois un muy gran majadero en pedírselo a Dios, que yo se lo pedí más a de veinte años, y hame guardado de suerte mi juicio que no me lo ha vuelto más.
Llamó una dueña a un médico; contóle tantos achaques. Respondió: -Más fácil me será hacer de nuevo a Vm. que curarla, estando de la manera que me cuenta.
Doña Teresa de Mendoza, mujer de Zapatilla, estando asomada a una reja, dijo a un pobre que la pedía limosna de la calle, que entrase en casa y se la daría. Dijo el pobre: -¿Es posible que ha de ser tan grande la limosna que Vm. me ha de dar que no cabe por esa reja?
Decía D.Juan Manrique: -No nos demos priesa a morir, que harto tiempo nos queda para estar muertos.
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1 comentari:
Que buena recoìlaciòn.
Me has hecho reir.
Un abrazo.
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