Don de gentes
El capitalismo funciona porque la gente es egoísta, y estúpida.
¿Es esto una crítica al capitalismo?
No.
¿Es una crítica, entonces, a la gente?
Tampoco…
Bueh, más o menos.
La gente es como es, nos guste o nos. No obstante, si volvemos a leer la primera frase notaremos que dice algo importante “el capitalismo FUNCIONA”… lo que ya es bastante decir, si lo comparamos con otros sistemas económicos.
El problema es el combustible con el que funciona: una mezcla balanceada de Egoísmo y Estupidez.
Analicémos los componentes:
1) Egoísmo:
La gente piensa un 90% del tiempo en sí misma, y si extendemos el círculo de pensamiento a su familia y “seres queridos” llegaríamos fácilmente al 99%. Obviamente que en ese 90% del tiempo en que la gente piensa en sí misma ella produce el 90% de las decisiones relacionadas a su actividad dentro del sistema económico.
A la gente no le importa lo que necesita el vendedor, ni su competidor, solo le importa lo que ella quiere. No digo que “no sepa” lo que necesitan los demás. Digo que “no le importa”. Y hay una diferencia. Si saberlo le sirve para conseguir lo que quiere es muy probable que lo sepa.
Así, una persona se hace de lo que ella necesita (o cree necesitar), cuando lo necesita, donde lo necesita, y como lo necesita.
El capitalismo requiere justamente eso. Requiere competencia, tanto de los vendedores entre sí, como de los compradores entre sí, y de los vendedores contra los compradores.
¿De dónde surge la competencia…?
Adivinaron: del Egoísmo.
Si la gente se detuviera a pensar más en los demás probablemente no se comportaría económicamente de la forma en que lo hace, y el capitalismo dejaría de funcionar como funciona.
Pero eso explica solamente la mitad del asunto…
2) Estupidez:
La gente piensa un 90% del tiempo en sí misma, pero no se da cuenta de que piensa lo que le dicen que piense.
¿Hablamos de un “complot internacional”? ¿…de los “Protocolos de Sabios de Sión”? ¿Debemos reclamar a lo Alfonsín: “un Dan Brown a la derecha”?
No. Hablamos de marketing.
El marketing consiste en hacer que la gente quiera algo que no necesita, y luego convencerla de que necesita lo que le hizo querer.
¿Éramos más infelices cuando no existían celulares con cámaras digitales de no-sé cuantos megapíxeles, MP-veintipicos, facebooks, televisores de plasma de 30 yardas, aparatitos que nos digan dónde doblar para llegar a nuestras casas, etc?
Yo, por lo menos, no.
La vida se cansa de demostrarnos que “Felicidad” no es lo mismo que “Comodidad”.
La gente ya debería haberse dado cuenta de eso… pero bueno, ¿qué le vamos a hacer si la gente es estúpida?
Y por suerte lo es, en general.
Porque si no habrían hoy millones de desempleados… Desde fabricantes de aparatitos que nos dicen dónde doblar, científicos que ponen en órbita geoestacionaria los satélites que permiten que la pornografía llegue más rápido y más lejos, creativos de empresas promotoras de celulares, gente que se ríe en programas humorísticos, representantes de ladrantes de reggaetón… y escritores de blogs.
El capitalismo necesita que la gente compre lo que no necesita.
¿De dónde surge esa compulsión…?
Adivinaron de nuevo: de la Estupidez.
Conclusión:
Está muy bien. Somos egoístas y estúpidos, pero gracias a eso tenemos trabajo, producción, bienes, servicios, comodidades, prosperidad… a menos que por alguna razón el motor del capitalismo se detenga. Ahí estamos en serios problemas (y ahí estamos ahora).
Porque el mismo combustible que hace andar ese motor es el que impide que vuelva a arrancar una vez que se detuvo.
Porque la misma gente que es egoísta cuando compra sin pensar en los demás, sigue siendo egoísta cuando no compra sin pensar en los demás.
Y porque la misma gente que es estúpida cuando compra lo que los publicistas le dicen que compre sigue siendo estúpida cuando no compra lo que los líderes que eligió le piden que compre.
En definitiva, la gente no ahorra cuando puede (para bien del capitalismo), y no gasta cuando debe (para desgracia del capitalismo).
Pero si les enseñamos constantemente a ser egoístas y estúpidos, ¿cómo podemos pretender luego que actúen solidaria e inteligentemente?
Es quizás lo que no supo entender Juan Carlos Pugliese cuando dijo:
“Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo…”
Bueno, pero por suerte todos tendremos trabajo… cavando nuestras propias tumbas.
¿Es esto una crítica al capitalismo?
No.
¿Es una crítica, entonces, a la gente?
Tampoco…
Bueh, más o menos.
La gente es como es, nos guste o nos. No obstante, si volvemos a leer la primera frase notaremos que dice algo importante “el capitalismo FUNCIONA”… lo que ya es bastante decir, si lo comparamos con otros sistemas económicos.
El problema es el combustible con el que funciona: una mezcla balanceada de Egoísmo y Estupidez.
Analicémos los componentes:
1) Egoísmo:
La gente piensa un 90% del tiempo en sí misma, y si extendemos el círculo de pensamiento a su familia y “seres queridos” llegaríamos fácilmente al 99%. Obviamente que en ese 90% del tiempo en que la gente piensa en sí misma ella produce el 90% de las decisiones relacionadas a su actividad dentro del sistema económico.
A la gente no le importa lo que necesita el vendedor, ni su competidor, solo le importa lo que ella quiere. No digo que “no sepa” lo que necesitan los demás. Digo que “no le importa”. Y hay una diferencia. Si saberlo le sirve para conseguir lo que quiere es muy probable que lo sepa.
Así, una persona se hace de lo que ella necesita (o cree necesitar), cuando lo necesita, donde lo necesita, y como lo necesita.
El capitalismo requiere justamente eso. Requiere competencia, tanto de los vendedores entre sí, como de los compradores entre sí, y de los vendedores contra los compradores.
¿De dónde surge la competencia…?
Adivinaron: del Egoísmo.
Si la gente se detuviera a pensar más en los demás probablemente no se comportaría económicamente de la forma en que lo hace, y el capitalismo dejaría de funcionar como funciona.
Pero eso explica solamente la mitad del asunto…
2) Estupidez:
La gente piensa un 90% del tiempo en sí misma, pero no se da cuenta de que piensa lo que le dicen que piense.
¿Hablamos de un “complot internacional”? ¿…de los “Protocolos de Sabios de Sión”? ¿Debemos reclamar a lo Alfonsín: “un Dan Brown a la derecha”?
No. Hablamos de marketing.
El marketing consiste en hacer que la gente quiera algo que no necesita, y luego convencerla de que necesita lo que le hizo querer.
¿Éramos más infelices cuando no existían celulares con cámaras digitales de no-sé cuantos megapíxeles, MP-veintipicos, facebooks, televisores de plasma de 30 yardas, aparatitos que nos digan dónde doblar para llegar a nuestras casas, etc?
Yo, por lo menos, no.
La vida se cansa de demostrarnos que “Felicidad” no es lo mismo que “Comodidad”.
La gente ya debería haberse dado cuenta de eso… pero bueno, ¿qué le vamos a hacer si la gente es estúpida?
Y por suerte lo es, en general.
Porque si no habrían hoy millones de desempleados… Desde fabricantes de aparatitos que nos dicen dónde doblar, científicos que ponen en órbita geoestacionaria los satélites que permiten que la pornografía llegue más rápido y más lejos, creativos de empresas promotoras de celulares, gente que se ríe en programas humorísticos, representantes de ladrantes de reggaetón… y escritores de blogs.
El capitalismo necesita que la gente compre lo que no necesita.
¿De dónde surge esa compulsión…?
Adivinaron de nuevo: de la Estupidez.
Conclusión:
Está muy bien. Somos egoístas y estúpidos, pero gracias a eso tenemos trabajo, producción, bienes, servicios, comodidades, prosperidad… a menos que por alguna razón el motor del capitalismo se detenga. Ahí estamos en serios problemas (y ahí estamos ahora).
Porque el mismo combustible que hace andar ese motor es el que impide que vuelva a arrancar una vez que se detuvo.
Porque la misma gente que es egoísta cuando compra sin pensar en los demás, sigue siendo egoísta cuando no compra sin pensar en los demás.
Y porque la misma gente que es estúpida cuando compra lo que los publicistas le dicen que compre sigue siendo estúpida cuando no compra lo que los líderes que eligió le piden que compre.
En definitiva, la gente no ahorra cuando puede (para bien del capitalismo), y no gasta cuando debe (para desgracia del capitalismo).
Pero si les enseñamos constantemente a ser egoístas y estúpidos, ¿cómo podemos pretender luego que actúen solidaria e inteligentemente?
Es quizás lo que no supo entender Juan Carlos Pugliese cuando dijo:
“Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo…”
Bueno, pero por suerte todos tendremos trabajo… cavando nuestras propias tumbas.
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